Miguel Martino, pintor y escultor: “El arte es mi profesión y la cocina mi hobby”

Fotos cortesía

Por Santiago Leiva

No son humanos, son ramas colgadas al techo de una de las salas de exposición del Museo MARTE, pero dan la impresión que asistimos a una ahorca masiva, a un suicidio colectivo. Y quizá así sea.

La deforestación avanza a la velocidad de la luz y si hay un eco humano que busque poner freno se evapora en las junglas del asfalto, mientras tú y yo somos cómplices del silencio. No hablan las ramas, pulidas y trabajadas por el escultor argentino-salvadoreño Miguel Martino, pero denuncian sin eco la mano indiscriminada del hombre contra la naturaleza y más el descaro de no hacer nada.

“Se llama Cómplices en el Silencio porque es una denuncia de esa complicidad de la que somos parte todos porque estamos viendo la destrucción del medio ambiente, de los recursos naturales, los árboles que son la columna vertebral del planeta, y se hace muy poco al respecto”, dice Martino en referencia a su más reciente obra puesta en escena en el Museo MARTE.

¿Pero quién es Miguel Martino?. Martino es un escultor, pintor, dibujante, publicista y cocinero argentino que llegó al país en los 80s; y que decidió afincarse en Suchitoto y sacar DUI salvadoreño. Los últimos años Martino ha empleado la mayor parte de su tiempo a esculpir con madera recuperada, pero sin abandonar los pinceles, los lápices y su gusto por la pintura, artes, que también combina ocasionalmente con la cocina.   “En mi obra la figuración que existe yo digo que no es abstracta, pero es una figuración muy sugerida como la pieza que acabas de ver ( en Museo MARTE ) donde la mayoría de la gente ve cuerpos colgados, pero que sin embargo no hay una forma muy definida anatómicamente”, explica en referencia a la escultura.  Aunque obviamente vende algunas piezas, Martino define su obra dentro la categoría de museo lo que la vuelve más complicada de comercializar, igual está convencido que vivir del arte en el país resulta difícil.

“Vivir del arte es casi una utopía en El Salvador. De haber muy pocos que pueden jactarse de vivir del arte”, advierte. Martino -y su obra- es nuestro personaje de la semana.

Miguel ¿qué dice su DUI, que podemos leer en el?

Dice: Miguel Juan Martino Davis, nacido en Argentina y naturalizado salvadoreño.

¿Cómo un argentino decide anidar en un país tan desprestigiado como El Salvador?

Bueno es una larga historia. La que me trajo aquí es la profesión  con la cual yo vivía económicamente y que siempre llevé a la par del arte es la publicidad. Yo viví en siete ciudades diferentes de Latinoamérica y a todas fue por la publicidad y acá no fue la excepción. Vine acá El Salvador a trabajar en una agencia de publicidad que estaba asociada con una multinacional que tenía la central en Inglaterra, eso fue allá por 1984 estábamos en la época de guerra.

¡1984! Creí que había venido en los 90s…

No, no, lo que pasa es que estuve cinco años y después me fui a México a dedicarme un poco más al arte y menos a la publicidad. Estuve fuera del país casi ocho años y después volví en 1995 ya casado con una mexicana. Acá nació nuestro hijo. Así que así es como regreso al país y te digo nunca pensé que me iba a quedar tantos años, pero realmente este país tiene cosas interesantes: la cercanía de todo, el contacto con la naturaleza y algo que yo siempre elogio mucho es la calidad de la luz. El Salvador tiene una luz muy especial, especialmente para los que hacen fotografía, cine y los que se dedican a la pintura, al arte. Es una luz muy especial, muy nítida, muy particular.

¿Qué la diferencia de la luz de otros países?

Bueno yo venía México y si bien no siempre estuve en el Distrito Federal no tiene la limpieza, no tiene la nitidez que tiene la luz de (acá). Yo he escuchado cineastas hablar de la luz de Nueva York, que a pesar que Manhatan es una ciudad muy congestionada, por eso se elige mucho para hacer películas y series. Y es particularmente por la calidad de la luz y eso mismo yo lo comento con respecto a El Salvador. He notado eso en Nueva York y noto eso acá, con la diferencia que acá hay mucho más contacto con la naturaleza. Acá si bien hay zonas bien pobladas, uno acá viaja un par de kilómetros y ya está en contacto con la naturaleza, y ni hablar del mar, los lagos, las montañas. Eso es una maravilla y yo valoro mucho eso.

¿Es un privilegio vivir en El Salvador?

Sí es un privilegio a pesar de todos los problemas, ojalá se puedan ir resolviendo. El Salvador tiene un clima agradable. Alguien dijo una vez, y me pareció muy acertado, que el clima de El Salvador es como que uno estuviera permanentemente de vacaciones y es cierto, porque es un clima agradable para el cuerpo. Yo cuando llegué dije: muy caliente, no voy a aguatar acá en El Salvador, hace más de 30 años de eso, y acá estoy. Uno anda siempre liviano de ropa, el clima es una maravilla.

Lo que si exportó de México fue esposa jajaja…

Lo que pasa es que yo ya vine en pareja cuando vine, después me separé en México, y me casé ya con una mexicana. La segunda venida a El Salvador fue casual. Lo que pasó es que yo trabajaba de capacitador creativo regional para una multinacional y viajaba a cada semana a cada país de Centroamérica y cuando me tocó El Salvador me dijeron que necesitaban que me quedara un mes más o menos, ese mes se transformó en años y acá estoy jajaja. Me quedé.

¿Sacó cédula salvadoreña?

No, en esa época yo tenía pasaporte. Creo que la categoría era residente con permiso de trabajo algo así y todos los años tenía que hacer el trámite de renovación, no estaba naturalizado. Después saqué el DUI.

¿Cuándo llega ese momento en el que decide aquí me quedo?

En mi caso es difícil definir eso, yo creo que debo tener algún gen de inmigrante. Si bien yo nací en Argentina mis cuatro abuelos eran europeos. Mis dos abuelas eran de Londres, mi abuelo paterno italiano y mi abuelo materno galés. Yo aprendí a hablar el inglés antes que el español y creo que hay algo de inmigrante en la sangre y que ha hecho que esté siempre yendo de un país para otro. Yo creo que lo que me ha hecho quedarme en El Salvador, no voy a decir definitivamente porque es una palabra peligrosa para mi, es haber ido a vivir a Suchitoto, conocer Suchitoto. Eso me ha dado una pertenencia, me gustan mucho los pueblos y la tranquilidad de los pueblos para trabajar. De hecho antes de irme a Suchitoto estuve a punto de irme a San Francisco porque me habían ofrecido la dirección de una escuela de arte allá, pero se cortó por el problema de las “Torres Gemelas” en 2001”. Después conocí Suchitoto, tenía amigos allá, y comencé un proyecto que se llama “La Casa del Escultor”. Ahí es mi estudio, galería de mi obra; a su vez es el estudio taller donde trabajo y cuando hay reservación de grupo abrimos como restaurante dentro del estudio.

¿Qué le ofreció Suchitoto?        

En primer lugar la paz de los pueblos. Es un lugar en que en el casco urbano uno puede caminar por la calle a cualquier hora de noche. Se hacen muchos festivales culturales y eso me atrae mucho también. Suchitoto se conserva muy virgen.

Pasemos a su arte ¿qué significado tiene la madera para usted?

Es un material muy especial. Desde muy chico yo siempre viví en casas con jardín, con árboles y he tenido una relación con la madera. Jugaba arriba de los árboles y me hacía instrumentos de madera.  Mi papá tenía el hobby de la carpintería y yo me iba a su taller y conseguía retazos de madera y me hacía juguetes. Ósea mi contacto con la madera fue desde muy pequeño, uno de mis paseos más lindos que tenía era ir con mi papá a comprar madera los sábados por la mañana. Él la usaba para hacer muebles y lo hacía como hobby.

¿Usted hacia sus juguetes, que hacía?      

Hacía mis carritos, construíamos casas y edificios con mi hermano. Lo hacía como juego, no tenía la más mínima idea que un día iba a terminar haciendo arte con la madera.

Los argentinos son de fútbol ¿y la pelota?

Me gustaba también mucho la pelota, pero era parte de…para mí siempre fue el trabajo con la madera, inclusive mi papá era bien celoso con las herramientas y con la madera, pero yo entraba a escondidas cuando él no estaba a robarle los pedazos chiquitos de madera.

¿Alguna vez intentó hacer un instrumento para tocar?

No, me fascinaba hacer armas. Réplicas de revólver, en esa época estaba de moda las películas de vaqueros e indios. Me fascinaban los diseños de las armas, y yo tallaba con madera los diseños de los revólveres, los fusiles para jugar. Como en casa nos prohibían tener armas como juguetes yo me los hacia jajaja.

¿Armas ni de juguetes?

No me compraban, estaba prohibido eso en la casa.

Pelotas imagino que sí, ¿nunca quiso ser profesional de fútbol?

No, no, no, nunca me llamó la atención. Debo ser la excepción de los argentinos. Me gustó el fútbol y lo jugué muchas veces, pero nunca tuve ese fanatismo.

¿En qué momento dice yo voy a trabajar seriamente la madera?

Pasaron muchos años. Mi comienzo en el arte se da en el dibujo y la pintura. Yo tengo por ahí cuadros de cuando tenía nueve o diez años que me gustaría recuperar, pero no tengo ni idea de donde están. Yo me forme en Bellas Artes Argentina y de todos los años que tengo trabajando en el arte la mayor cantidad de años ha sido en la pintura y el dibujo, grabado, pasteles o lo bidimensional. La escultura empieza hace como 30 años atrás en México. Ósea estudie escultura en Bellas Artes, pero no volví a trabajar en escultura hasta que viví en México. Yo tenía un taller de iniciación plástica con niños y les enseñaba entre todas las técnicas a modelar. Ahí me entusiasme y empecé a hacer esculturas después de tantos años. Comencé con diferentes técnicas no con madera, después tomé la madera. Las primeras obras son tallas directas en una sola pieza y después con la conciencia ecológica y lo que significa la destrucción de los bosques y todo eso me hizo replantear como trabajar la madera y es así que empiezo a trabajar con madera recuperada, que es una manera de valorar y recuperar ese material, pero a la vez que tenga implícita la denuncia de la destrucción, sea por los animales, la mano del hombre, la industria. Entonces lo que hago es que armo estructuras y después las tallo, y esas maderas tienen la marca de la destrucción y son parte de la obra. En mi obra siempre hay un interior y un exterior. El exterior por lo general tiene un acabado muy pulido y el interior es como muy desgarrado, muy natural como es la madera o como queda después que se incendia.

¿Y qué pasó con el dibujo, la pintura?

Dibujar siempre dibujo, para mí el dibujo es la madre de todos los vicios, digo en el arte. Todo comienza con un dibujo. Si tengo una idea lo primero que hago es tomar apuntes y dibujar. No siempre mis esculturas tienen dibujos previos, pero cuando son piezas muy grandes y se necesitan proyectar, forzosamente hay que dibujar y hacer maqueta. Así que sí siempre dibujo y tengo periodos en los que estoy pintando mucho. De los más de 50 años dedicados al arte lo que más hay mío son pinturas y dibujos.

¿En escultura, que tipo de imágenes le gusta tallar?

No, por lo general no. En mi obra la figuración que existe yo digo que no es abstracta, pero es una figuración muy sugerida como la pieza que acabas de ver ( en Museo MARTE ) donde la mayoría de la gente ve cuerpos colgados, pero que sin embargo no hay una forma muy definida anatómicamente, ósea es como muy sugerida, pero si es muy figurativa mi obra.

Parece abstracta…

Claro hay una abstracción de la figuración. A mí lo que me parece interesante es que el público pueda participar completando el significado de una obra aunque cada uno la complete de una manera diferente. Creo que el público participa de la obra y es la forma de crear. Para mí la obra no termina cuando yo la termino, termina cuando está frente al público y empieza la comunicación de la obra.

¿Su obra no es comercial?

No. Los críticos de arte hablan se obra de galería y obra de museo, la mía entra dentro de la categoría de obra de museo. Es decir es obra que  gusta a ciertos coleccionistas, no a un público  masivo, no es una obra fácil de vender. Hay muchos que me dicen: me fascina tu obra, pero jamás tendría en la sala colgado un cuadro tuyo jajaja.

¿De qué  vive?

Bueno en parte del arte. Doy clases, participo de los proyectos culturales que hay en Suchitoto. Doy talleres de creatividad, hago esculturas con los alumnos. También cuando abrimos el restaurante cocino y son siempre recursos; mi esposa es sicóloga y hay otra fuente de ingresos también ahí. Vivir del arte es casi una utopía en El Salvador. De haber muy pocos que pueden jactarse de vivir del arte.

¿La pintura que hace la vende?

A veces. Todo lo que hago lo necesito vender para mantenerme, pero no es fácil de vender.

¿Qué le gusta pintar?

Acabo de terminar una serie de pinturas grandes que son todos rostros muy expresivos, muy dramáticos, muy dentro de mi estilo de trabajo y magnificados en tamaños muy grandes porque eso como que golpea al espectador.

Le hace también a la cocina, para el asado…

Bueno por lo menos para eso. Yo digo que el arte es mi profesión y la cocina mi hobby. Y por su puesto dentro de lo que cocino está los asados que es lo que la gente viene a comer cuando reservan en “La Casa del Escultor”. Hacemos la tradicional carne a la leña al estilo del campo argentino.

Usted hace casi de todo, ¿Cómo le gustaría que lo recordaran, como escultor, pintor dibujante, cocinero…?

Es una pregunta difícil, nunca lo he pensado, pero quizá como alguien que promueve el desarrollo y la creatividad en el ser humano. Creo que eso me gustaría, no por mi obra.

¿Qué legado le gustaría dejarle a El Salvador?

Obra. Trabajo mucho y vendo poco entonces hay obra mía por todos lados. Hay obra en México, en Colombia, en Argentina, Costa Rica, en Guatemala. Ojalá la obra pudiera estar expuesta en espacios públicos. Para mí la obra no es para estar encerrada en casas lamentablemente tenemos que vivir y los que compran obra son coleccionistas y suelen tener la obra en lugares privados. Para mí el máximo es que la obra esté expuesta en espacios públicos, abiertos a todo el público permanentemente. Ese sería mi deseo más grande como final o como principio de la obra.

Acá (Museo MARTE) su exposición refleja ahorcados ¿es una denuncia)    

Es una denuncia. Se llama “Cómplices en el Silencio” porque es una denuncia de esa complicidad de la que somos parte todos porque estamos viendo la destrucción del medio ambiente, de los recursos naturales, los árboles que son la columna vertebral del planeta y se hace muy poco al respecto.