Mundos disparejos

Coloco mi rostro solidario sobre la bandera de El Salvador, sobre la de Francia, sobre la Siria, y sobre el luto de cualquier familia que pierda un ser querido por circunstancias no naturales.
He registrado en mi mente con mucho pavor las imágenes sobre el atentado en Paris, pero más me ha conmovido el llanto de los niños sirios pidiendo paz después de cruentos bombardeos. Tendaladas de niños muertos, parajes de destrucción y mucho luto se ve en los vídeos que circulan en redes sociales, clamando porque un mundo sordo, que hace añicos al país árabe, los escuche.
El conflicto en Siria, iniciado hace cuatro años, se ha convertido en un auténtico rompecabezas. Es una guerra de “todos contra todos”, pero con un elemento en común: la muerte; y la muerte en su mayoría de niños y de gente que seguramente tiene poca vela en el entierro.
En una guerra con tantas aristas y con tantos protagonistas que obviamente resulta sumamente complicado tomar partido, coger un bando, pero en mi caso abogo por no más sufrimiento, no más muerte, tanto duelen los muertos de Francia como los de Siria.
Después de los atentados del 13 de noviembre en Paris, las voces de solidaridad retumban en el mundo occidental. Ha habido tantos actos solidarios como palabras de repudio hacia el “terrorismo”, una palabra que yo aún no logro comprender en toda su dimensión.
El diccionario define  terrorismo como el uso sistemático de terror para coaccionar a sociedades y gobiernos. Para mí, en palabras más sencillas terrorismo es causar miedo. Es allí donde brotan las dudas ¿bombardear a los sirios o cualquier otra nación no es terrorismo?.  Yo si veo mucho miedo y niños aterrorizados en las imágenes que pasan sobre Siria.
También durante el conflicto armado salvadoreño hubo a un bando que se llamó “terroristas”, estuve de niño en ese bando y puedo afirmar que a mí también me causaba terror cuando veía volar y tirar bombas a los A37 de la Fuerza Armada sobre mi humilde vivienda, o cuando me enteraba que iba una invasión hacia esa zona.
Recientemente en Facebook montó un aplicación donde se puede colocar el rostro de sus usuarios sobre la bandera francesa en señal de solidaridad, y por supuesto que no estoy en contra de ello, aplaudo todo cuando tenga que ver con la paz, pero creo que el pueblo sirio, no los “terroristas” también merecen solidaridad.
El mismo pueblo y familia salvadoreña merece que portemos un listón de solidaridad ante tanto ser humano que la delincuencia se lleva. No es mi intención decir en esta columna que no seamos solidarios sino que seamos parejos. Que condenemos el “terrorismo” venga de donde venga, y aunque en el mundo occidental se llame “justicia”.
Sin embargo, más que dejar en evidencia nuestro espíritu solidario, sería más importante unirnos en oración, y orar no solo por Siria sino por todos los países del mundo donde la paz se ha quebrantado.
En Siria según los reportes van ya más de 200 mil muertos por la guerra, en Paris la cifra de los atentados se llevó más de 130 personas, y en El Salvador más de 50 muertos hubo recientemente.