Pactos con saliva

Es normal ver en los programas “gringos” que se estrechen la mano comprador y vendedor para cerrar un acuerdo, obviamente, en un país donde las leyes son rígidas y se cumplen casi al pie de la letra, ese pacto viene seguido de escrito formal. En El Salvador, también hay abrazos, estrechez de mano, y se firman papeles, pero todo se hace con saliva, más si es en fútbol.
El bochornoso suceso de los jugadores en rebeldía negándose a entrenar con la Selección Nacional por falta de acuerdos es una prueba clara de que aquí nada es formal, aunque haya un machote de acuerdo.
Nada de eso ocurriría si la FESFUT, con papeles y contratos en mano, se presentará ante los convocados y les pusiera las reglas claras sobre cómo se repartirá el pastel cuando se gane o empate un juego; y de cuáles serán los premios y viáticos. Así, fácil el jugador que no está de acuerdo pues simplemente no firma y deja la concentración.
Pero al parecer nada de eso sucede, incentivos, pagos y viáticos los dejan para informarlos a unas horas de viaje o ya cuando el jugador está recostado en el asiento de un avión. Por lo visto así,  es y así será siempre porque es la costumbre del salvadoreño dejar todo para última hora o hacer las cosas a medias.
De ahí que, no es raro que el hondureño Ramón “el Primitivo” Maradiaga, se vea obligado a arrancar de cero un proceso que bien o mal ya tenía una base. El cimiento lo confeccionó Albert Roca, un técnico europeo, que si en El Salvador se respetaran los acuerdos difícilmente habría tirado la toalla.
En el fútbol de otras latitudes, cuando un técnico quiere marcharse antes de tiempo, a no ser que la dirigencia del equipo este de acuerdo, tiene que pagar por su libertad. Y si al contrario la directiva del equipo quiere que se marche debe pagar lo que le resta del contrato.
Acá sin embargo, ninguna firma parece tener valor real. En la Azul, al igual que en los equipos del redondo nacional, técnicos van y vienen, y se escucha muy poco de denuncias o demandas por incumplimientos. No es que todo mundo se marche satisfecho sino que muy pocos se atreven a denunciar porque seguramente no hay un documento claro que lo ampare.
El técnico Jorge “el Zarco” Rodríguez, dirigió dos juegos de nuestra selección y no sé si en algún momento firmó  documento alguno que lo autenticara como entrenador de la Azul. Desconozco también si el señor Maradiaga y su cuerpo técnico ya firmaron un documento, o si están en un periodo de prueba en el que puedan dejar la selección si no convencen en los primeros tres partidos.
Aquí nada es imposible, todo puede pasar porque somos los reyes de improvisación y expertos en desarmar e incumplir pactos. Cuántos jugadores firman contratos por determinada cantidad de dinero con algunos equipos de la liga mayor y cuando llega la fecha de pago solo reciben un abono y les van chineando su sueldo a lo largo del torneo.
El resultado final es que el jugador termina aceptando que le devuelvan el finiquito para poder firmar con otro equipo a cambio del salario que se ganó en el torneo y que nunca recibió por completo.
Pero el mal de sellar acuerdos y contratos con saliva no es exclusividad del fútbol. Las empresas que proveen servicios de teléfono, cable o internet tampoco cumplen lo pactado. La factura siempre llega puntual, pero ellos incumplen el mandato como violador en serie.
No busco con  esta columna actuar en favor de los jugadores que renunciaron a entrenar con la Azul, porque no apruebo que quieran cobrar por ganar, pero si poner en claro que esto no pasaría si se firmaron contratos formales y sobre todo honorables. Por hoy y quizá en el futuro seremos el país donde los acuerdos se firman con saliva.