Luis “Muñeca” Romero, fotoperiodista: “Mi mayor satisfacción es haber dado a conocer la historia y la guerra de mi país al mundo”

Foto tomada del perfil de Facebook de Luis Romero

Por Santiago Leiva

Atrás, 28 años atrás mi sueño periodístico estaba frío, estaba congelado en una nevera, pero ese 12 de noviembre de 1989 me levanté con la adrenalina elevada. La noche anterior el sonido de las balas y las bombas habían inquietado a los capitalinos y el desfile de los guerrilleros por las colonias generaba una mezcla de alegría y admiración.

Agustina tenía 10 años, y en su ignorancia de niña, creía que el sonido de las metrallas y el ruido de los aviones era solo un juego y la víspera de navidad. En otro lado de la capital se encontraba un fotógrafo con horas de desvelo. Este intrépido ex fotoperiodista de AP se había desgastado los dedos haciendo fotos de los heridos que empezaban a llegar al hospital Rosales. La ofensiva “Hasta el Tope” deambulaba por San Salvador y en su paso, además de muertos y heridos, dejaba cientos de historias por contar.

De este episodio, cualquier persona cercana a las cuatro décadas puede dar fe y narrar su propia vivencia, pero en esta ocasión es Luis “la Muñeca” Romero quien llega a las páginas de El Metropolitano Digital para revelar lo que captó con su cámara fotográfica durante la trascendental ofensiva guerrillera y también de los hechos que la antecedieron y la precedieron.

Luis es uno de los pocos fotoperiodistas de guerra que quedan en el país y en sus andares acumuló numerosas anécdotas. La “Muñeca” como le dicen de cariño o “Profesor” puede darse el lujo de decir que sus lentes registraron los 12 años del conflicto armado, y ahora en tiempos de “paz” sus dedos siguen  apachando el obturador y reflejando los mejores perfiles de funcionarios de gobierno.

Este experimentado fotoperiodista salvadoreño dio sus primeros pininos fotográficos en Diario Latino, hoy Co Latino, luego trabajó por más de 30 años con la agencia de noticias AP, y desde hace cinco años trabaja en la casa de gobierno. Durante su larga trayectoria ha fotografiado a dos Papas, presidentes, y ha registrado hechos históricos como los actos fúnebres de Monseñor Óscar Arnulfo Romero y el sepelio de los Jesuitas.

Su trabajo sin embargo no siempre fui bien remunerado, pero sin duda el gen periodístico y el espíritu aventurero y jodarria circulaban por sus venas. “Cuando empecé si me pagaban o no me valía madre, mi satisfacción era ver la foto publicada”, dice Luis. “En ese tiempo no me importaba a mi si me pagaban o no. Mi trabajo era ir a trapear y barrer en vacaciones, comprar mi cámara y tener pisto para andar en el bus e ir a buscar la noticia”, narra. Claro que un par de pesos no le caían mal y esos los ganó en alguna ocasión vendiendo fotos para calendario. La “Muñeca” Romero es nuestro personaje de esta semana.

 

A ver Luis hagamos un ejercicio mental ¿qué hacía a estas horas (3:00 p.m.) el 12 de noviembre de 1989?

Estaba en la oficina de AP, en el Camino Real, buscando fotos de la ofensiva.  Estaba viendo también de donde conseguía fotos porque además de mí que trabajaba para AP, me colaboraba Alex Renderos pero él se había quedado atrapado en un combate en las cercanías del Cuartel San Carlos. Se había quedado encerrado con la René Quezada y el chele Óscar Alas. La noche de la ofensiva, el 11 de noviembre, se me ocurrió a mí  ir a hacer fotos a la sala de emergencia del hospital Rosales y el chero este que te cuento se fue a traer su equipo al hotel Camino Real que era donde estaban las sedes de las agencias y se fue con estos de Univisión ese mismo día en la noche a las cercanías del Cuartel San Carlos porque habían atravesado buses y habían combates. Se fueron a buscar los combates y cuando el combate se puso recio se metieron a una casa y no se fijaron que era la casa sede que tenían las fuerzas de la guerrilla que operaba en ese sector. Así que ya no pudieron salir y ahí se quedaron toda la noche. Entonces yo al siguiente día a esta hora estaba rebuscándome por las fotos para enviar.

Luis Romero, primero de derecha a izquierda

¿Usted tenía solo fotos del hospital?

Tenía fotos del hospital y otras que había conseguido comprándoles a otros periodistas y a otros fotógrafos. Aparte ese día, en el amanecer del 12 de noviembre, me avisaron que mi cuñado había muerto. Él era piloto de Helicóptero de la Fuerza Aérea y estaba destacado en San Miguel. La cosa es que lo mandaron a evacuar a unos heridos y cuando iba a aterrizar en el cuartel de San Miguel, en la Tercera Brigada, les dispararon desde el cementerio y como no andaba chaleco anti bala le pegaron y se murió. Así que esa mañana también me tocó que ir a avisarle a quien era mi esposa que su hermano había muerto, y luego me regresé al Camino Real a seguir buscando fotos porque querían fotos de combates y de todo. Me dedique más a buscar fotos y a comprar fotos.

 

¿No salió mucho a tomar fotos de combates?

Ese día no mucho porque me dediqué más que todo a comprar fotos. No me fui a meter mucho a combates, pero me fui a meter a la morgue del Cementerio General a tomarle fotos a los cadáveres que llegaban ahí y que la gente no podía reconocerlos, me imagino que eran de guerrilleros. De ahí me fui a la Cruz Roja, y después fui a la zona de Mejicanos. Fue bien complicado para mí porque aparte de hacer fotos tenía que estar transmitiendo para el servicio de AP.

 

¿Captó imágenes del asesinato de los Jesuitas?

Ese día 16 noviembre me habían dado libre para que descansara porque me tocó bien movido desde el 11 de noviembre y el gringo que vino me dejó casi solo en el laboratorio porque en ese tiempo había que revelar, no había fotografía digital. La cosa es casi después de una semana de trabajar fuerte me dieron descanso el 15 de noviembre en la noche. Fui a hacer fotos de los Jesuitas ya cuando están en los ataúdes y también fui a cubrir el funeral. Claro la impresión que sentí fue casi la misma que cuando mataron a Monseñor Romero, porque son personajes que uno piensa que nunca les va a pasar nada.

 

¿Ya hacía fotos para ese tiempo?

Sí, yo hice fotos de Monseñor Romero en el ataúd y en el funeral. De cuando lo asesinaron no, pero si hice de su ataúd, de la vela que fue en la Basílica del Sagrado Corazón y el funeral.

 

Ahora la fotografía es moda, todo mundo quiere hacer fotos ¿qué significaba ser fotógrafo en el tiempo del conflicto armado?

Para mí era un orgullo. En primer lugar porque siendo salvadoreño había llegado a trabajar en un agencia extranjera y era los ojos en mi país para el mundo porque a través de lo que yo veía y registraba con mi cámara se conocía en el mundo lo que sucedía en mi país. Acordate que en ese tiempo no había Internet, no había Facebook, no había Twitter, no habían todos esos chunches que hay ahora. Había una gran responsabilidad porque la fotografía o el tipo de fotografías que uno hacía podían ser determinantes para que se tomaran decisiones en el Congreso de Los Estados Unidos. Era ser como un representante en el mundo de la fotografía de mi país. Yo sentía que en ese tiempo había un gran respeto de la persona hacía el periodista ya sea fotógrafo o camarógrafo, y en especial a los que trabajamos con prensa extranjera porque sabían que arriesgábamos la vida. Nosotros cubríamos las dos partes que estaban en conflicto y la prensa nacional cubría solo las cuestiones de la derecha, no divulgaban las cuestiones que acontecían por parte de los guerrilleros.

 

¿Qué experiencias vivió durante el conflicto armado, estuvo alguna vez en situación de arriesgar su vida por la fotografía?

Sí bastantes veces. Uno, tanto periodista como fotógrafo se creía invencible. Uno se llenaba de un coraje, un blindaje que quizá se lo daba locura que andabas. Cuando fue la primera ofensiva en 1981, yo me acuerdo que nos metimos a Mejicanos con un equipo de NBC, no usábamos chalecos anti balas y nos íbamos cubriendo en los postes, avanzando no sé si era con la Guardia Nacional. Nos zumbaban las balas y uno ni siquiera se ponía a pensar en la fragilidad al ser impactado por una bala. Uno se creía como invencible en esa época. Te voy a contar una anécdota, una vez la guerrilla se había tomado Santa Rosa de Lima y me dice el gringo que fuéramos. Agarramos el carro y nos fuimos, pero ahí por el bulevar del Ejercito nos fijamos que estaba mal un amortiguador del carro, lo dejamos y  nos fuimos a Ilopango porque ya estaban los taxis aéreos, se llamaban “Gutiérrez Flaying Servis”.

¿Viajaron en avión?

Sí en una avioneta de varias plazas o asientos. Mientras volábamos le digo al gringo: ya estando en San Miguel alquilamos un taxi. En el avión iban también dos señores que eran vendedores de tela y como  vieron que yo llevaba las cámaras, uno me preguntó si éramos periodistas y que para dónde íbamos. Le contesté que íbamos para Santa Rosa de Lima porque se lo había tomado la guerrilla. Los señores eran hermanos y le dice uno al otro: mira ellos van para Santa Rosa de Lima, vamos con ellos aprovechemos el viaje porque así nos sale más barato el taxi.

La cosa que, de majes les aceptamos que se fueran con nosotros. Estando en San Miguel conseguimos un taxista, le explique que íbamos a una zona donde iba a escuchar balazos y el taxista aceptó ir. Le pusimos una bandera blanca, y unas letras de TV, con tirro, al taxi y le dimos mecha. Cuando llegamos al desvío de Gotera todos los camioneros nos hacían señal que nos regresáramos, y el taxista me decía: mire ahí nos están haciendo señal que nos regresemos y yo le decía: nombre siga  maestro  no nos va a pasar nada. Le explique que la guerrilla respetaba a la prensa internacional y que no nos iban a hacer nada. Ya cuando íbamos casi llegando a Santa Rosa de Lima, me bajo a preguntar a una casa de cómo estaba la situación, y para nuestra mala suerte se baja con migo uno de los vendedores de tela.

Le pregunto a una señora: ¿mire cómo está la situación en Santa Rosa de Lima?, ella me contestó que había habido balacera y que a un carro de periodistas le han dado fuego. La cosa es que toda la plática que yo había tenido con el taxista sobre de que respetaban a los periodistas se vino para abajo porque el vendedor de tela solo escuchó que habían quemado el carro de los periodistas se fue para el taxi a decirle al taxista que les había venido dando paja. Nos dice el taxista: se me bajan ya hijos de p…, y me paga cabrón, usted paja me ha venido dando. Nos quedamos nosotros ahí y ellos se regresaron con el taxista. Al final llegamos a Santa Rosa de Lima y agarramos muy buen material. Fue la primera vez que yo presencié como la guerrilla colocaba los explosivos en un puente, como lo detonaban. Hice fotos de eso, guardias capturados, de policías capturados y la guerrilla caminando en el pueblo.

 

¿De las fotos que ha hecho, cuáles considera son las más impactantes?

La foto más impacta quizá fue la de un soldado herido corriendo durante un combate en una molienda de caña. Esa es una de mis mejores fotos porque arriesgué mi vida. Como te digo uno se pelaba. Me acuerdo que esa vez llevaban gasolina para Oriente, les daban seguridad unos soldados, el convoy avanzó, y en ese momento los emboscaron en unos cerros. Entonces venía corriendo un soldado herido sin su fusil y yo salí a media calle a tomarle las fotos y los balazos cayendo. Y el soldado me gritaba ¡bórreme esa foto por favor!, como quien dice no me tome foto, no me publique. Otras fotos impactantes fueron las que fui a hacer a la morgue, era un puño de cadáveres, había como 25 uno sobre otro. En el Playón también hice fotos de como diez cadáveres de desconocidos. Ese era uno de los botaderos principales de cadáveres. Zopilotes y chuchos comiéndose los cadáveres mutilados. Una vez un periodista, no recuerdo quien, me preguntó cuál era la foto que me faltaba hacer y yo le dije: más o menos yo vengo haciendo fotos desde que comenzó la guerra en el país, y hoy que se terminó la guerra y se firmaron los Acuerdos de Paz la foto que me falta hacer es cuando ARENA entregue el poder al FMLN, y la hice cuando Mauricio Funes recibió la presidencia por medio de Tony Saca.

 

¿Cuál es la foto más simbólica que ha tomado?

Hice fotos de guerrilleros entregando las armas a ONUSAL,  de la mayor formación de guerrilleros juntos después del ataque al cuartel el Paraíso, pero más simbólica no puedo decir que exista una.

 

¿Podría darse el lujo de decir registré con mi cámara la guerra de El Salvador?  

Sí la registré, no sé si supiste que se me quemó el archivo, pero yo tenía fotos desde aquellas grandes marchas del 22 de enero. Esa marcha estaba la punta aquí por el parque Cuscatlán y llegaba hasta allá por Canal 2, y  las calles topadas de gente, no como las de ahora. Esa vez una avioneta pasó regando veneno sobre la gente, era de esas avionetas que tiran veneno en las algodoneras. Les valió madre que estuviera el hospital Rosales aquí. Tiro veneno como quien dice que caigan como cucarachas envenenadas toda esta gente. Y al final ya cuando firmaron la paz fui a Comalapa a recibir a la delegación del FMLN que venía ya para presentarse en la Plaza Gerardo Barrios.

 

¿Cómo es que acaba una cámara en sus manos, cómo inicia esta relación?

Jajaja. Mira yo de cipote tenía una tía que le gustaba mucho tomar foto. Ella trabajaba en la Sherwin Williams y siempre andaba su cámara y tomaba fotos, pero a la vez yo era muy curioso y siempre andaba comprando revistas. Compraba una revista que se llamaba Mecánica Popular. Esa revista tocaba temas  de como desarmar un carro, cosas de mecánica, electricidad y también tenía una sección de fotos donde explicaba como revelar, como imprimir, las aberturas y la velocidad. En ese tiempo yo me iba a trabajar (barrer y trapear) en una oficina de abogados que tenía mi mamá en el centro y ahí me daba cuenta de todas las marchas y protestas que había. Entonces me compré una camarita, y como en ese tiempo estaba el Teleférico, me iba al Teleférico y hacía fotos de las ruedas del Teleférico, en movimiento. Esas fotos las vendía para el calendario de esta compañía de pinturas Sherwin Williams. Yo me sentía bien “culón” cuando me daban unos 50 o 75 colones por una foto de esas.

¿Empezó vendiendo fotos para calendario?

Sí en eso, pero no vayas a creer que todos los años. Yo me sentí bien “culón” de que me habían publicado una foto en un calendario, no cabía yo. A la vez yo tenía la afición de escuchar noticias de otros países, emisoras radiales de otros países.  A finales de los 70s que ya empezaban a venir periodistas extranjeros a las marchas yo dije: puya que chivas las cámaras que andan, algún día voy a ser yo así. Un día fui a la PRENSA GRÁFICA y me dijeron que si quería escribir editoriales pero yo no sabía que era editorial, y dije: a mí no me gusta esta onda yo quiero tomar fotos y hacer noticias. Entonces me vine para el Diario Latino que era de Los Pinto en ese tiempo.

Estaba Guillermo Machón de Paz como Jefe de Redacción y pasé a hablar con él. Le dije: mire yo quiero oír la radio y les voy a escribir las noticias. Él se me quedó viendo como quien dice este está loco. Me dijo: no mirá aquí tenemos a la AP que nos da los cables, yo no sabía qué era eso. Me explicó lo de los cables y me preguntó si me gustaba tomar fotos, le dije que sí; y me mandó para que me dieran un rollo y fuera a tomar fotos. Me dijo que cuando tuviera una bonita que se la llevara. No me dijo dos veces, pasé, me regalaron el rollo y me fui a hacer fotos. Recuerdo que la primera foto que me publicaron en este diario fue una de una rueda de caballitos del Parque Cuscatlán. Después me fueron dando más chance en el diario y como me había comprado un radio de banda ciudadana de esas  tenían los taxistas, los Bomberos, la Cruz Verde, la Cruz Roja y los Comandos de Salvamentos ahí me daba cuenta donde habían relajos, marchas o bombas.

Me daba cuenta rápido y me iba a buscar esa foto para traerlas al periódico. Era casi seguro que todas esas fotos eran portadas en el Latino, y yo me sentía alegre al ver mis fotografías publicadas.

 

¿Le pagaban?

En ese tiempo no me importaba a mi si me pagaban o no. Mi trabajo era ir a trapear y barrer en vacaciones, comprar mi cámara y tener pisto para andar en el bus e ir a buscar la noticia. Si me pagaban o no me valía madres a mí. Mi mayor satisfacción era que la foto fuera publicada. Me gustaba la acción de andar en la fotografía periodística. Después cuando vieron que ya yo hacía buenas fotos y  temas me empezaron a pagar tres colones por día, y yo tenía que poner para gasolina con el chero que salíamos. Un día, como yo ya me relacionaba con los periodistas extranjeros, nos fuimos con la Cruz Verde a sacar una gente de Cinquera. En Cinquera todavía estaba la Guardia Nacional, nos fuimos y en ese viaje a Cinquera la guerrilla nos metió cinco emboscadas, íbamos nosotros con un convoy de la Guardia Nacional, y personas que iban a sacar a sus parientes del lugar. Entonces ahí nos metió cinco emboscadas la guerrilla y yo hice foto de todo, y esa vez don Pinto me daba cinco pesos.

 

¿Cinco colones por todas las fotos?

Si hombre, cinco por todas las fotos, cinco pesos. No te digo que me daban tres colones por cada día trabajado pues. Ese día me encachimbé. Le digo a Machón de Paz, nombre maestro como va a creer que me van a dar cinco pesos si yo he arriesgado la vida. Me puse a contarle la historia porque yo escribía también, no era tan ducho para escribir, pero escribía y medio me arreglaban la nota para que saliera publicada.  Me dice Machón de Paz mirá: aquí te mandan cinco colones, eso si los querés agarrar y si no andá a hablar con el señor Pinto y explícale. A mí me valió que era el mero dueño del diario y fui a decirle, pero a esos viejos no se les ablanda el corazón, y lo más que hizo fue darme 15 colones. Se los agarré y le conté a Machón de Paz que me habían dado 15 colones. Después de eso, él me dijo: no seas loco como andas arriesgando la vida tomando esas fotos, no te peles. ¿No tenés carnet del diario? Como no le dije, me habían dado un carnet grande como que era Biblia, y me dice: sacále el jugo a esa babosada, eso no te va a dar pisto, mejor metete cuando haya eventos del gobierno, de la empresa privada y decí: yo soy del Diario Latino si quiera primera página le va costar tanto, segunda tanto, tercera tanto, me avisas a mí, pedís el billete, me das la mitad a mí y agarrás la mitad vos. Era menta, nunca lo hice porque no era esa mi onda. Luego empecé a vender fotos a un corresponsal de la AP que estaba en esa época y después quitaron al corresponsal de AP y me quedé yo. Desde 1981 comencé a trabajar ya fijo con ellos estuve  hasta 2011.

 

¿O sea del Diario Latino pasó a AP?

Yo he estado en diferentes medios. Una vez en el Faro me escribieron un artículo y le pusieron “loco y con huevos” jajaja. Yo trabajé de switcher en canal 6 de televisión cuando estaba recién salido de bachiller. Switcher era como el jefe de transmisión, yo tenía a cargo ir switchando al aire que era lo que iba a salir. A la vez aprendí a manejar consolas de sonido y cámaras de televisión. Después de eso me metí a estudiar comunicaciones en la Universidad  José Matías Delgado y saqué Bachiller Mayor que era como técnico en comunicaciones. Fue en esa época que me metí de lleno a trabajar con la AP y empecé a trabajar en La Voz Panamericana, la YSAX. Una compañera y yo teníamos a cargo el noticiero. Fue en la AP que me logré pulir como fotoperiodista.

 

¿Cuál considera es su mayor satisfacción como fotoperiodista?

El haber dado a conocer la historia y la guerra de mi país al mundo. Eso.

 

¿Por qué le dicen Muñeca, bueno ahora don Muñeca?

Sí ahora quizá porque ya estoy viejito y pelón me dicen don Muñeca, pero no me ofende que me digan Muñeca. En CAPRES me dicen profesor. Lo de Muñeca viene porque yo empecé a salir a trabajar con un fotógrafo que estaba en la UPI, otra agencia de noticias gringa. Entonces como éramos cheros, para “enyoyarme”, lo invitaba a comer a la casa donde vivía con mi mamá. Con mi mamá trabajaba una señora que hacía la limpieza y ella tenía un niño como de tres años y el cipotío no sé porque a toda la gente le decía muñeca.  La cosa es que una vez que lo invite a almorzar, cuando el cipote me vio me dijo: muñeca vení, y luego muñeca aquí, muñeca allá. Aquél, (el gringo), solo se hecho el video y cuando llegó al Camino Real llegó con la bola que me decían muñeca, y ahí me trabaron Muñeca y ya no me lo pude quitar.

 

Luis, ha tomado cientos de fotos y ha vivido cambios en la fotografía ¿hasta cuándo piensa quitar el dedo del obturador?

Jajaja juepuya verdad. Fíjate que quitar el dedo del obturador nunca lo he pensado. Yo sigo comprando y vendiendo cámaras. Y sí he vivido cambios, yo sufrí el cambio de la fotografía de película a la digital. Antes con la película nos limitábamos a tomar fotos y eso nos hacía quizá más profesionales porque sabíamos qué tomar, y éramos más exactos porque entonces no había foco automático. Hoy hay foco automático, podés medir la luz,  la fotografía es digital eso te da chance de ver la foto que has tomado y si te sale fea la podes tomar de nuevo.

Luis Romero de pie

¿Es pecado no hacer buenas fotos en esta era?

Se puede decir que es pecado. A nosotros en la agencia nos enseñaron  que las fotografías no se retocan. Se toman tal y como es. Entonces nosotros aprendimos a conocer más la luz, nos enseñaron también a ser éticos, a no forzar, a no armar la fotografía. No decirle a la señora mire: vuélvale a dar la mano porque no hice la foto.

 

¿Había mejores fotógrafos antes que hoy?

Sí había mejores porque antes no había photosop. Era al natural. Hoy podés quitar y poner. Hasta podés arreglar el foco si te sale desenfocada, eso no cabía en aquel tiempo.

 

Usted ha hecho fotos de guerra y ahora institucional ¿no se ha aburrido de hacer fotos?

No, no me he aburrido. Yo siempre veo cuales son las cámaras nuevas, que tipo de tecnología traen. Siempre estoy tratando de ponerme al tanto de la tecnología fotográfica.