El Salvador el tercer país seguro

Quisiera terminar el 2019 e iniciar la nueva década que arranca este 2020 escribiendo cosas positivas, pero he tenido que decidirme por la realidad que vivimos para seguir generando conciencia de dónde estamos, hacia dónde vamos y por qué no actuamos.

Hace unos días, Human Rights Watch, emitió su vigésimo noveno informe anual donde  analiza las prácticas de derechos humanos en todo el mundo (el resumen plasma acontecimientos ocurridos entre finales de 2017 y noviembre de 2018) en más de 100 países y territorios de todo el mundo.

Como era de esperar nuestro El Salvador ocupa buena parte de este documento donde se ubica entre los países con niveles más altos de homicidios a nivel mundial. Habrá que esperar si este panorama cambia el próximo año y cuando se retomen los datos de este 2019 que llega a su fin.

Actualmente seguimos a la cabeza pese a todos los esfuerzos que administraciones anteriores  hicieron, entre ellas pactar con  los terroristas de las pandillas para reducir asesinatos y otras vejaciones que los salvadoreños conocemos al dedo, pero que preferimos ignorar y enfocarnos en sobrevivir, en cómo pagar las cuentas o disfrutar el fin de semana.

Textualmente el informe reza: «… las maras siguieron ejerciendo el control territorial y extorsionando a residentes de municipios de todo el país. Estos grupos reclutan por la fuerza a niños y niñas y someten a esclavitud sexual a mujeres, niñas y lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero (LGBT). Las maras son responsables de asesinatos, desapariciones, violaciones sexuales y desplazamientos de quienes les muestran resistencia, incluidos funcionarios gubernamentales, miembros de las fuerzas de seguridad y periodistas».

Si la lectura al dedo de esto nos parece tan normal y a otros algo fuera del alcance de nuestras manos, es que estamos mal. Ahí nos encontramos, sumidos en la miasma o si lo prefiere con palabras más claras «en la mierda».

Si le molestó cuando el presidente de Estados Unidos, dijo que «éramos un agujero de mierda», déjeme decirle que trayendo esas palabras al contexto de este informe (y sacándolas del argumento peyorativo o racista) tenía toda la razón.

y si cómo salvadoreños no lo vemos, es que estamos peor de lo que el informe de Human Rights detalló. Porque quiere decir que seguimos sumidos en un letargo donde otros deciden por nosotros y vemos esos problemas únicamente como culpa o responsabilidad del gobierno.

Muchos con que haya cervecita o un partido el domingo son felices y no pasa nada. Otros saben que pasa y por miedo callan…

Otra parte del documento también señala el pobre papel que han tenido las fuerzas de seguridad en su intento por mermar a una organización criminal que está mejor armada y pagada que ellos. Además de los graves abusos por personal de seguridad como ejecuciones extrajudiciales de supuestos mareros, agresiones sexuales y desapariciones forzadas.

Ah, y el tema del aborto también es una piedra en el camino para que El Salvador salga de la lista de los países donde se transgreden los derechos de sus habitantes.

Pero no se preocupe, al menos para el inicio de esta nueva década, las alrededor de 16 mujeres y niñas acusadas de abortar siguen en la misma situación que usted espera que sigan (con sus derechos sexuales y reproductivos vulnerados), tras las rejas  por pecadoras y haberse dejado violar por algún degenerado miembro de su familia, amigo o pandillero. La voluntad de Dios en este tema sigue intacta, así como la imagen de El Salvador como uno de los países con una de las leyes de aborto más estrictas del mundo  .

Al igual que en el tema de las pandillas no pasa nada, siempre puede seguir con su vida como si nada y «posteando» en sus redes  sociales ayuda y oraciones para otras naciones menos favorecidas que la nuestra y palabras de burla y odio para los que no piensan igual que usted.  En especial porque otro de los tópicos que nos colocan en el lugar que estamos en materia de derechos humanos es el trato discriminatorio y nefasto que sufren acá las personas LGBT, y cómo la violencia de las que son blanco provocan su desplazamiento interno y transfronterizo.

Puedo seguir citando cómo estamos y qué es lo que estamos haciendo para seguir siendo uno de los países más violentos del mundo, pensando que no pasa nada y así siendo cómplices de los abusos que se cometen contra otros, pero creo que no necesitamos de un informe para  darnos cuenta de eso.

Estoy plenamente consciente que cada uno de nosotros lo que quiere es vivir en paz y en un El Salvador que no sea abusivo, pero eso no lo vamos a lograr mientras como ciudadanos no practiquemos lo que predicamos.

Mi abuela decía un refrán que nos aplica y era que «la cuña para que soque, debe ser del mismo palo». No necesitaríamos de un informe o una corte internacional que exija justicia para nosotros o nuestros compatriotas, si nosotros mismos nos pusiéramos manos a la obra exigiendo se respeten nuestros derechos .

Si fuéramos empáticos con las minorías y en vez de burlarnos tomáramos un papel activo en respetar y hacer respetar los derechos intrínsecos de todos, El Salvador saliera de las listas de los más violentos y el primer paso para ello es informarnos.

Vamos a seguir presos en nuestros hogares u otros seguirán siendo víctimas de las pandillas si seguimos ignorando las atrocidades que cometen, si seguimos pensando que mientras no sea a mí que me ataquen o a un familiar mío no pasa nada. Que si sus crímenes son lejos de mi casa está todo bien.

Si sigo dejando que otros decidan por mí, la responsabilidad de todo lo que salga mal no recae en mis hombros. Si sigo pensando que el migrante lo hace porque quiere y me niego a ver las razones reales. Si como profesional solo veo el lucro económico y es lo único que me mueve y  no el bienestar de otros.

Debemos exigir y trabajar por un país mejor. Dejar de lado el enfoque mediático y trabajar con las causas de fondo, culpar menos y enfocarse en lo que se está haciendo para que El Salvador salga de la miseria. Porque minimizar o silenciar las causas de ésta no está funcionando, solo nos está dejando sin buenos salvadoreños.